
Oops!…I Did It Again, Flea Market edition
Bueno, para no ser demasiado cruel conmigo mismo, primero decir que ya hacía tiempo que no hacía una compra compulsiva y, también recalco que ésta era una oportunidad que no podía dejar pasar.
El mercado de los Encantes en Barcelona es uno de los mejores Flea Markets de por aquí, tiene sus inconvenientes, claro, y si eres de Barcelona, es obligatorio pensar que desde que se cambió su ubicación perdió todo su encanto.
Tras varias entradas en este humilde rinconcito de internet que yo llamo Nunca Te Acostarás ya habrás notado que si hay alguien a quien le flipe acostarse aprendiendo algo nuevo cada día es a mi. Y en la fotografía encontré un basto terreno para aprender y del que nutrirme.
Y un Flea Market o mercadillo de segunda mano (que aunque no es tan hipster, se entiende mejor) es el mejor lugar del mundo mundial si te gusta todo. ¡¡¡¡Porque allí puedes encontrar de todo!!!!

¿Te gustan los vinilos? allí los tienes desde 0,50€, ¿te gustan los juguetes retro?, ¿Los muebles antiguos?, ¿Relojes?, ¿Muñecas de porcelana?
Lo que quieras, ahí lo encuentras.
Pero hay un pequeño inconveniente. Barcelona es un destino turístico por excelencia y un Flea Market de las dimensiones de Els Encants no pasa desapercibido para el turista avispado.
Así que, desafortunadamente, ese mercado en el que se subastaban lotes a primera hora de la mañana (aun en pesetas pese a que ya hacía años que se pagaba en euros) ese mercado en el que podías regatear hasta conseguir una ganga ha cambiado.
Ahora es otro atractivo turístico lleno de barbas repeinadas, sombreros de Fedora, fulares y pantalones de pitillo. Gente que va a vivir la autentica experiencia del Flea Market.
Y claro, los tenderos no son tontos. Ninguno de ellos, lo garantizo.
Ahora mismo los precios son altos. Mucho más de lo que solían serlos, porque en cualquier momento va a venir un turista y lo va a pagar. Esto, a las ratas de los Flea Markets como yo nos ha hecho un poco de daño.

Pero vamos con mi compra compulsiva, que es a lo que hemos venido. Si el tema Flea Markets mola, ya escribiré solo sobre ellos. Mi expertís llega al extremo de que en Els Encants hay tenderos que me reconocen y me dan conversación cada vez que voy.
Allí estaba yo, 8:00am listo para ver el mercado recién abierto. No voy a entrar muy en detalle, pero hay 2 horas clave, apertura (están todos los objetos todavía) y cierre (están los restos tirados de precio, yo lo llamo la hora de los buitres).
A mi me gusta apresurarme y verlo todo antes de que lleguen los turistas con sus expresiones de asombro y una etiqueta de «cóbrame caro» en la espalda. Esta vez no tuve tiempo ni de entrar en el recito, ya desde fuera en una mesa vi 3 cámaras de madera plegadas sobre una mesa.
Conozco ese puesto y se que no está especializado en fotografía, así que de entrada ya se que no ha podido establecer el valor de lo que vende.
Me acerco. ninguna expresión en mi cara, nada. Manipulo las tres cámaras con movimientos cercanos al asco. No muestro ningún interés aunque en mi interior estoy algo nervioso.
Se tratan de 3 cámaras de campo, plegables (portables) y por la forma y mecanismo estoy bastante seguro de que son de la primera mitad del siglo XX.
Es un tipo de cámara que sin objetivo es difícil de reconocer. Simplemente parece un maletín de madera y requieren de cierta pericia para abrirse.
¿Qué vale esto? Así empezó todo.
No voy a entrar en los detalles de la batalla mental y duelo de palabras que hubo entre el tendero y yo. Solo diré que de manera respetuosa ambos llegamos a entendernos y tras solo 10 minutos de «tira y afloja» y la aprobación de un Mickey Mouse de cerámica que lo presenció todo, el realizó una venta y yo pasé a ser dueño de una maravillosa cámara de madera.

Parte del ritual cuando visito Els Encants pasa por tomar un cafelito en la terraza de alguna de las cafeterías colindantes. Aprovecho, hago algún story, contemplo mi compra… Me arrepiento y desarrepiento 15 veces y sigo mi camino.
Ya con mi cafelito y la cámara delante de mis ojos comienza la inspección. Todos los mecanismos parecen accionarse con normalidad. Hay una placa que sujeta el objetivo que parece haberse doblado con el tiempo.
La cámara no tiene cristal de enfoque y tampoco fuelle. Son dos cosas que puedo fabricar sin problemas.
¡Así que después de todo, puedo concluir que la compra ha sido maravillosa!
No voy a dar precios, pero he calculado que he pagado unas 10 veces menos que su valor en el mercado, así que estoy muy contento. Por supuesto «se viene» una serie de post en los que iré restaurándola y usándola. Por ahora, a restaurar esta web que buena falta le hace.
Y para los más entendidos, se trata de una cámara de madera de 3 secciones con una extensión máxima de unos 75 centímetros y formato máximo de 24×30 centímetros.
Un pequeño monstruo.
Como he dicho, parte del ritual es ese ratito en la terraza de la cafetería. Ahí se junta gente que ha venido al mercadillo, que ya ha comprado o que todavía no ha entrado, pero en general gente «del mundillo».
Tanto manipular mi extraño artilugio, no es de extrañar que en algún momento alguien preguntara.
¿Eso es una cámara?
Efectivamente, contesté y sin darme cuenta, en tan solo unos minutos estaba entablando la que fue la conversación más interesante de ese día, ¡puede que de todo el mes!
Javier Sánchez Yañez Era un tipo corriente, sentado en la mesa que estaba junto a mí en la terracita. Tan corriente como supongo (o espero) debo parecer yo sentado en mi otra mesa, pero al preguntarme por el artefacto que acababa de comprar pude notar que su interés iba un poco más allá de la curiosidad. Se parecía más al interés que muestra alguien con inquietudes parecidas a las mías.
Una persona curiosa, creativa.
Javier, xamaja en Instagram me contó su historia, una historia con todos los ingredientes que una buena historia debe tener. Un pasado que parecía perfecto, una situación dura que te hacer replantearte tu propia existencia y un renacer que te convierte en aquello que jamás hubieras imaginado y que te hace realmente feliz.
Vais a tener que perdonar mi egoísmo, pero me guardo esta historia para mi. Sobre Javier, contaré que se dedica a la artesanía. Se ha especializado en la manufacturación de navajas.
Dicho así puede parecer sencillo, pero nada más lejos de la realidad.
Javier ha dedicado años a conocer y entender el mundo de este artilugio, tan ibérico como la tortilla de patatas. Diferentes modelos según región, según momento histórico, según uso.

Materiales, mecanismos, tipos de hoja… todo. Y todo, además apoyándose en la historia, lo cual hace de su trabajo, no solo una oficio de artesanía sino una importante labor de conservación de nuestro patrimonio.
Tras una interesante conversación llena de anécdotas históricas relacionada con el uso de la navaja siglos atrás e incluso algunos tecnicismos sobre su proceso de fabricación, Javier me dejo una de sus creaciones.
Simplemente increíble. El tacto, la solidez y calidad de los materiales, el peso. Todo se veía y se sentía excelente.
Hoy sin lugar a dudas he sido yo el que ha aprendido algo nuevo antes de acostarme. Y además he conocido a una persona formidable, no solo por la labor que ejerce, también por su amabilidad y generosidad compartiendo su pasión con un extraño como yo.

Os recomiendo que sigáis el trabajo de Xavier en redes sociales. Veréis desde piezas conceptuales con materiales increíbles hasta réplicas de navajas históricas y legendarias.

